Colegio al andalus cordoba

Alhambra en miniatura y Mezquita Córdoba España Viaje #3

Tras la conquista omeya del reino cristiano visigodo de Hispania, al-Andalus, entonces en su máxima extensión, se dividió en cinco unidades administrativas, que corresponden aproximadamente a la actual Andalucía; Portugal y Galicia; Castilla y León; Navarra, Aragón y Cataluña; y la zona de Languedoc-Rosellón de Occitania. [11] Como dominio político, constituyó sucesivamente una provincia del califato omeya, iniciado por el califa al-Walid I (711-750); el emirato de Córdoba (c. 750-929); el califato de Córdoba (929-1031); los reinos de taifas (sucesores) del califato de Córdoba (1009-1110); el imperio almorávide amazigh de Sanhaja (1085-1145); el segundo periodo de taifas (1140-1203); el califato almohade amazigh de Masmuda (1147-1238); el tercer periodo de taifas (1232-1287); y finalmente el emirato nazarí de Granada (1238-1492).

El gobierno de los reinos de taifas dio lugar a un aumento del intercambio cultural y la cooperación entre musulmanes y cristianos. Los cristianos y los judíos estaban sujetos a un impuesto especial, llamado jizya, para el Estado, que a cambio les proporcionaba autonomía interna en la práctica de su religión y les ofrecía el mismo nivel de protección por parte de los gobernantes musulmanes. Pero la jizya no era sólo un impuesto, sino también una expresión simbólica de subordinación, según el orientalista Bernard Lewis[13].

La conquista musulmana de España para Primaria

Cada una de estas ciudades desempeñó un papel importante en la formación y el mantenimiento de la cultura común de Al-Andalus. Córdoba fue el centro político de Al-Andalus durante muchos siglos. Madrid y Toledo fueron vibrantes ciudades fronterizas. Sevilla desempeñó un papel fundamental en la vitalidad agrícola de la España islámica. Y Granada fue testigo del auge y la caída del dominio musulmán en Iberia.

Durante el Imperio Romano, Córdoba fue capital de provincia. La ciudad mantuvo su importancia durante la época visigoda en el siglo V. Tras la conquista musulmana de Iberia en el año 711, los emires omeyas establecieron Córdoba como capital de Al-Andalus.

Uno de estos líderes omeyas fue Abd al-Rahman I. Bajo su mandato, la ciudad adquirió una reputación de esplendor y refinamiento que rivalizaba con Bagdad en el este. Eruditos de todos los credos acudían a Córdoba para participar en empresas científicas patrocinadas por los gobernantes. Este florecimiento cultural continuó bajo el gobierno de sus descendientes.

En el siglo X, durante el reinado del califa Abd al-Rahman III, Córdoba se distinguía como la ciudad más avanzada de Europa. Los habitantes disfrutaban de agua corriente en sus casas, calles pavimentadas, alumbrado público, exuberantes jardines y una rica oferta de alimentos, medicinas, ropa y artesanía.

Entrevista Antonia Alcántara Gerente de Hammam Al Andalus

Un nuevo estudio realizado en la Universidad de Córdoba y la Escuela de Estudios Árabes aporta información sobre la llegada de la flor a Europa. En contra de lo que se pensaba hasta ahora, los primeros bulbos podrían haber llegado a Holanda, donde hoy el tulipán es el símbolo del país, a través de al-Andalus en el siglo XI, cinco siglos antes de lo que se creía.

Los investigadores intentaron reconstruir la diversidad de la flora presente en la época medieval en al-Andalus (territorio que hoy se dividiría entre Andalucía, Castilla la Mancha y zonas del este de España y el sur de Portugal) mediante el estudio de todos los textos conocidos de los agrónomos andalusíes. Fue entonces cuando descubrieron lo que parecía ser, para Esteban Hernández Bermejo y Expiración García, directores de investigación e investigadores de la Universidad de Córdoba y de la Escuela de Estudios Árabes (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), ¨la primera referencia histórica a los tulipanes¨.

En la Umda (Umdat al-tabib), obra botánica atribuida a Abu I-Jayr y fechada entre los siglos XI y XII, se indica el uso ornamental de esta flor en los territorios de la Península Ibérica bajo dominio islámico. Es probable que un conocido agrónomo toledano del siglo XI, Ibn Bassal (¨el hijo del vendedor de cebollas¨) tuviera un papel protagonista en la introducción y el primer cultivo del tulipán en territorio ibérico.

Cuando los moros gobernaban en Europa | Bettany Hughes

Abd al-Rahman III sucedió a su abuelo Abd Allah como emir de Córdoba en octubre de 912 d.C. a la edad de 21 años. No perdió tiempo en tomar el control. A los diez días de su acceso, exhibía la cabeza desprendida de un rebelde muwallad en su capital. Durante los siguientes veinte años dirigió expediciones contra los rebeldes; primero en las zonas meridionales de al-Andalus, rebeldes bajo la bandera de Umar ibn Hafsun con base en Bobastro, cerca de Ardales, en la provincia de Málaga, y más tarde en las zonas centrales y orientales. Ha sido aclamado como el mayor gobernante de la dinastía árabe musulmana omeya en al-Andalus.

Desde su fortaleza de Bobastro, Umar ibn Hafsun controlaba más de setenta fortalezas en las actuales provincias de Málaga, Sevilla, Granada y Jáen. Las primeras cayeron en rápida sucesión, Sevilla en el año 913, seguida de Algeciras, Medina-Sidonia y Carmona. Umar ibn Hafsun murió en el 917 d.C. y la rebelión se derrumbó. Para evitar un resurgimiento, todos los hijos de Hafsun fueron capturados o asesinados. Se necesitaron otros once años para someter la formidable fortaleza de Bobastro, pero también fue asaltada en el año 928. En el año 929, Abd al-Rahman III tomó el título de califa y adoptó el título califal de Al-Nasir li-Din Allah, «Vencedor de la Religión de Allah». En el año 933, Toledo, el último centro musulmán de resistencia al califato cordobés, fue saqueado tras un largo asedio.