Colegios pureza de maria en el mundo

Virgen María

La solemnidad de Todos los Santos nos recuerda la llamada universal a la santidad formulada por el capítulo V de la Lumen gentium (LG) del Vaticano II y dirigida a todos los fieles. En particular, los Padres conciliares identificaron la santidad – «la plenitud de la vida»- con la perfección de la caridad, la conformidad con Jesucristo, la moción del Espíritu y la actividad apostólica. (cf. LG 41)

Jesucristo, «el divino Maestro y Modelo de toda perfección … [es el autor y consumador de esta santidad de vida» (LG 40) y en Él somos hechos santos. En y por el don de la gracia bautismal «somos justificados en el Señor Jesús … [y] convertidos en hijos de Dios y partícipes de la naturaleza divina». (LG 40) Como don de retorno se nos encarga vivir «como se hace con los santos» (Ef 5,3) y revestirnos «como elegidos de Dios, santos y amados de un corazón de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia» (Col 3,12) y poseer el fruto del Espíritu en la santidad. (Cf. Gal 5,22; Rom 6,22)

En contra de algunas ideas erróneas, el Vaticano II nos asegura que la santidad no es un privilegio de unos pocos, sino que es la vocación universal de cada cristiano. Asimismo, la santidad no es una hazaña sobrehumana conseguida mediante un ascetismo riguroso. Todo lo contrario. La santidad es un don que Dios nos ha concedido gratuitamente y que debe ser atesorado, conservado y reconquistado continuamente. Aunque sea un ideal elevado, la santidad es nuestro destino cristiano y, en última instancia, la realización de la vida cristiana.

La inmaculada concepción

«Oh pecador, no te desanimes, sino recurre a María en todas tus necesidades. Llámala en tu ayuda, pues tal es la Voluntad divina que ella ayude en toda clase de necesidad.» – San Basilio el Grande

«Si alguna vez te sientes angustiado durante el día, invoca a la Virgen, sólo di esta sencilla oración: ‘María, Madre de Jesús, por favor, sé una madre para mí ahora’. Debo admitir que esta oración nunca me ha fallado». – Beata Madre Teresa

«Aun viviendo en el mundo, el corazón de María estaba tan lleno de ternura maternal y de compasión por los hombres, que nunca nadie sufrió tanto por sus propios dolores, como María sufrió por los dolores de sus hijos.» – San Jerónimo

«María fue la primera persona que tomó el «camino» para entrar en el Reino de Dios que Cristo abrió, un camino que es accesible a los humildes, a todos los que confían en la palabra de Dios y se esfuerzan por ponerla en práctica.» – Papa Benedicto XVI

«Confiemos a su intercesión la oración diaria por la paz, especialmente en los lugares donde la lógica insensata de la violencia es más feroz; para que todos los hombres se convenzan de que en este mundo debemos ayudarnos mutuamente, como hermanos, a construir la civilización del amor.» – Papa Benedicto XVI

Quién es el modelo de pureza

Mis intereses de investigación giran en torno a las teorías antropológicas de la corporeidad, los sentidos y el poder, basadas en la fenomenología. He explorado estos intereses en diversos contextos etnográficos, como entre policías, inmunólogos y virólogos en los laboratorios, en la isla de Navidad y con bebedores diarios en el pub, y entre fumadores. De todos ellos, soy más conocido por mi trabajo sobre el consumo de tabaco y mi evaluación crítica de las operaciones de la antropología en el ámbito público. Con una colega, Alison Behie, gané el prestigioso premio de Antropología Pública por un libro que examina las formas en que las tutorías universitarias sólo para mujeres pueden conservar y ampliar involuntariamente las condiciones de la dominación patriarcal, y cómo podríamos utilizar la cruda visibilidad de esas mismas condiciones para hacerles frente.

María, modelo de pureza

Esto significa tener fuertes principios morales, por ejemplo, honestidad, decencia, justicia, igualdad; tener un carácter moral puro y equilibrado. Todo lo que es verdadero, todo lo que es honorable, todo lo que es justo, todo lo que es puro, todo lo que es amable, todo lo que es encomiable, si hay alguna excelencia, si hay algo digno de alabanza, pensad en estas cosas». (Filipenses 4:8)

Esto significa tener una profunda conciencia y simpatía por el sufrimiento ajeno. Cuando Jesús bajó a tierra, vio una gran multitud y sintió compasión por ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas». (Marcos 6:34)