Desorden de contacto
Recibo muchas llamadas de padres cuyos hijos tienen problemas en la escuela. Estos problemas suelen dividirse en dos categorías principales: O bien el niño no escucha al profesor, no sigue la rutina escolar, o bien se comporta de forma física. Pegar, patear, morder… Este blog se centrará en el segundo problema; más concretamente, me centraré en el comportamiento de los niños hacia otros niños (frente a los profesores), y hablaré de lo que está mal en la respuesta que suelen dar los adultos.
Porque siempre hay una razón. Los niños no se acercan a una persona cualquiera y le pegan. En la mayoría de las familias con las que trabajo, los niños agresivos están reaccionando a un factor de estrés (a menudo relacionado con el espacio personal), o están respondiendo a la agresión de otro niño, agresión que es puramente verbal o puede ser física, pero el acto físico (digamos, una zancadilla o un empujón) es más sutil. Así que los esfuerzos de cambio se dirigen principalmente al niño que responde.
Y el niño sabe que esto no es justo. Sabe que se equivocó, por lo que a menudo se siente avergonzado, pero también se siente frustrado y realmente atascado, porque sabe que no es justo que los esfuerzos de cambio se centren totalmente (o casi totalmente) en sus reacciones. Veo una tendencia real de los adultos, ocupados o abrumados como están, a elegir sus batallas: Saben que los niños no están jugando bien, pero dan prioridad al comportamiento que está más obviamente fuera de lugar. (Y a menudo estos niños señalados se afianzan aún más en el papel de víctima o de agresor).
Comportamiento agresivo
Skip to Main ContentOverviewA nadie le gusta sentirse enfadado, pero todos experimentamos esta emoción de vez en cuando. Dado que a muchos adultos les resulta difícil expresar la ira de forma saludable y productiva, no es de extrañar que los sentimientos de ira se conviertan a menudo en estallidos para los niños. La mayoría de los padres se preguntan qué hacer con las rabietas y el comportamiento colérico, y más de uno se pregunta si el modo en que se comporta su hijo es normal.
Se cree que la genética y otros factores biológicos desempeñan un papel en la ira/agresión. El entorno también contribuye. Los traumas, la disfunción familiar y determinados estilos de crianza (como los castigos severos e incoherentes) también aumentan las probabilidades de que un niño muestre una ira y/o una agresividad que interfiera en su vida cotidiana.¿Cómo se diagnostican la ira, la irritabilidad y la agresividad en los niños? Los niños pequeños pueden ser llevados a una evaluación psicológica o psiquiátrica por sus padres o ser remitidos por un pediatra, un psicólogo, un profesor o un administrador escolar. Los niños mayores con problemas de comportamiento que los ponen en contacto con la ley pueden ser enviados para su evaluación y tratamiento por los tribunales o el sistema de justicia juvenil. (Sukhodolsky señala que esto es exactamente lo que se pretende evitar con el tratamiento temprano).
Autorregulación emocional
Pregunte a cualquier padre si quiere que su hijo sea una persona agresiva y es probable que obtenga más de una respuesta. Al fin y al cabo, la agresividad está asociada en nuestras mentes y en nuestra sociedad tanto al comportamiento aprobado como al desaprobado: tanto a la energía y al propósito que nos ayudan a dominar activamente los retos de la vida como a las acciones hirientes y las fuerzas destructivas.
La mayoría de nosotros queremos que nuestros hijos sean capaces de defenderse por sí mismos cuando los demás les traten con rudeza. Esperamos que no inicien peleas, pero que si son atacados sean capaces de enfrentarse al agresor y no se sientan abrumados. Que un niño aprenda a encontrar un equilibrio saludable entre un comportamiento demasiado agresivo y uno poco agresivo es probablemente la tarea más difícil del crecimiento.
Según la teoría del desarrollo, los impulsos o pulsiones agresivas nacen en el niño humano y son un aspecto crucial de la fuerza vital psicológica y de la supervivencia. En el transcurso de un desarrollo saludable, estos impulsos se expresan normalmente en varios comportamientos a diferentes edades y, con la ayuda de los padres y de otras personas, se someten gradualmente al control del individuo: se moderan, se canalizan y se regulan, pero en ningún caso se eliminan.
Prevención de las agresiones
Cuando los niños y los adolescentes recurren a la violencia para conseguir lo que quieren -ya sea dar un puñetazo a sus padres, a un hermano o hacer un agujero en la pared-, suele tratarse de una situación en la que se les dice «no» a algo que quieren hacer.
Los niños suelen recurrir a la violencia para hacer frente a la frustración, la decepción y la ira. Así es como resuelven estos problemas. Y lo hacen porque realmente funciona. Su violencia y sus amenazas de violencia consiguen realmente lo que quieren. Y así es como ganan poder en el hogar.
Cuando el niño violento oye la palabra «no» y se siente frustrado e impotente, golpea a alguien o a algo. Para calmar la situación, o por miedo, los padres ceden y no le exigen que cumpla. Golpear da al niño una sensación de poder y control en un mundo en el que, como joven adulto, tiene poco de todo ello.
Si los niños ganan poder siendo violentos, lo primero que hay que hacer es quitarles el poder no tolerando la violencia. La violencia es un atajo seductor hacia el poder. Y una vez que funciona, es difícil conseguir que los niños acepten formas más productivas de ganar influencia, como trabajar, aprender y desarrollar habilidades para la vida.