El feminismo marxista
ResumenLa primera mujer de la historia que ocupó el cargo de ministra y embajadora, la dirigente bolchevique Kollontai abordó cuestiones cruciales de la transición al socialismo: la relación entre la revolución de clase y la emancipación de la mujer, la continuidad entre los distintos modos de producción y, en particular, la sombra que el capitalismo proyecta sobre un sistema económico basado en la propiedad común, y el peso relativo del partido y el sindicato. Su comprometida participación en la Oposición Obrera, el grupo fundado en 1920 por algunos sindicalistas, se centró en denunciar el giro burocrático y centralista del nuevo régimen. Frente a la deriva tecnocrática y jerárquica de la dirección bolchevique, la Oposición Obrera identificó el autogobierno de los productores como la garantía más eficaz de un sistema verdaderamente democrático e igualitario, ya que era eficiente y estaba controlado desde abajo.
En: El socialismo de frontera. Marx, Engels y los marxismos. Palgrave Macmillan, Cham. https://doi.org/10.1007/978-3-030-52371-8_3Download citationShare this chapterAnyone you share the following link with will be able to read this content:Get shareable linkSorry, a shareable link is not currently available for this article.Copy to clipboard
Proletariado
Según el marxismo, hay dos clases principales de personas: La burguesía controla el capital y los medios de producción, y el proletariado aporta el trabajo. Karl Marx y Friedrich Engels afirman que durante la mayor parte de la historia ha habido una lucha entre esas dos clases. Esta lucha se conoce como lucha de clases. Después de El Manifiesto Comunista y Das Kapital, este concepto se hizo muy conocido.
La lucha de clases se produce cuando la burguesía (los ricos) paga al proletariado (los trabajadores) para que haga cosas que ellos venden. Los obreros no pueden opinar sobre su salario ni sobre las cosas que fabrican, ya que no pueden vivir sin trabajo ni dinero.
Karl Marx vio que los trabajadores tenían que trabajar sin poder opinar sobre el negocio. Creía que, puesto que los trabajadores hacen las cosas, debían decir dónde van y por cuánto, en lugar de los ricos propietarios. Tenían que trabajar duro para ganarse la vida, mientras que los ricos se enriquecían con un simple trabajo de oficina.
Como tenían que ganar dinero para comprar comida, y el trabajo era lo único que daba dinero, no tenían más remedio que trabajar para los ricos que hacían el negocio. Los ricos se hacían más ricos mientras el trabajador transportaba y levantaba y hacía todas esas duras cosas manuales que a nadie le gusta hacer.
El feminismo socialista
Esto fue un par de años después de que el SWP cerrara su periódico y organización inconvenientemente independiente ‘Women’s Voice’, y la historia cliché de Cliff de revolucionarios «buenos» que ponen la lucha de clases en primer lugar y feministas burgueses/radicales «malos» estaba claramente dirigida a los miembros de su propio partido.
El libro comienza así: «Dos movimientos diferentes han tratado de lograr la liberación de la mujer en los últimos cien años o más, el marxismo y el feminismo». El feminismo, escribe, «considera que la división básica del mundo es la que existe entre hombres y mujeres», mientras que para el marxismo, «el antagonismo fundamental de la sociedad es el que existe entre las clases, no entre los sexos». No puede haber, afirma sin rodeos, «ningún compromiso entre estos dos puntos de vista, aunque algunas «feministas socialistas» hayan intentado en los últimos años tender un puente entre ellos». Sin embargo, aunque se ve obligado a reconocer que las feministas socialistas existen, la narrativa de Cliff sobre la historia de las mujeres se esfuerza por ignorarlas.
Los primeros capítulos, sobre el papel de las mujeres en las revoluciones -la inglesa, la francesa, la de la Comuna de París y la rusa- no son controvertidos, aunque la idea de que la revolución inglesa marcó «el amanecer de la liberación de la mujer» es anglocéntrica: ciertamente se podrían esgrimir argumentos similares para la Reforma alemana y sus luchas de clase asociadas. Hay un buen debate sobre la organización de las trabajadoras del sexo por parte de la IWW en la América de principios del siglo XX.
Mujer y lucha de clases 2022
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La teoría marxiana de las clases afirma que la posición de un individuo dentro de una jerarquía de clases está determinada por su papel en el proceso de producción, y sostiene que la conciencia política e ideológica está determinada por la posición de clase[1] Una clase es la de aquellos que comparten intereses económicos comunes, son conscientes de esos intereses y se comprometen en una acción colectiva que promueve esos intereses[2] Dentro de la teoría marxiana de las clases, la estructura del proceso de producción constituye la base de la construcción de las clases.
Para Marx, una clase es un grupo con tendencias e intereses intrínsecos que difieren de los de otros grupos dentro de la sociedad, la base de un antagonismo fundamental entre dichos grupos. Por ejemplo, al obrero le conviene maximizar los salarios y los beneficios y al capitalista le conviene maximizar los beneficios a costa de los mismos, lo que conduce a una contradicción dentro del sistema capitalista, aunque los propios obreros y capitalistas no sean conscientes del choque de intereses.